Hace unos días Kelly Diels me compartió esto:

«El liderazgo no es un imperativo, es una contribución. Nuestro trabajo como líderes no es dar órdenes para que las personas entren en NUESTRA visión; es ofrecer y contribuir para que otras personas puedan hacer realidad SUS visiones. Contribuimos nuestro trabajo al colectivo y tenemos la esperanza de que ayude a guiar a alguien hacia una epifanía o a su siguiente paso correcto. ¡Es como una comida donde cada invitado trae un platillo! Estamos contribuyendo nuestro mejor platillo a su evento, para que puedan descubrir y hacer realidad su visión para la vida, el amor y la comunidad.»

El mismo día recibí un mensaje de alguien preguntándome el por qué del cambio de nombre/marca de Mindful Eating México a Alimentación Conectada. Ya te había compartido un poco antes, pero abajo te comparto más, a propósito de esta frase de Kelly.

En una sociedad en la que predomina la cultura de dieta, y en un ámbito de salud en el que el paradigma centrado en el peso es el dominante, es muy complicado promover un enfoque inclusivo. Y puesto que en nuestra cultura el modo predominante de liderazgo es el de dominación, cuando intentamos promover el enfoque inclusivo es fácil caer en el mismo patrón relacional de dominación, imposición, colonización y vergüenza. Mucho tiempo mi postura fue la de «colonizar/evangelizar», intentando «convertir» a las personas a un modelo específico. Y peor la cosa, porque el modelo específico del que estaba intentando convencer a las personas era el de Salud en Todas las Tallas (HAES por sus siglas en inglés).

De un par de años para acá he comenzado a hacerme consciente de lo problemático del modelo de HAES y de su implementación a través de la práctica de Alimentación Intuitiva (IE por sus siglas en inglés, creado y registrado como marca por Evelyn Tribole y Elyse Resch). De inicio, como nos suele suceder a las personas, me reconforté pensando que ningún modelo es perfecto, e intenté hacer malabares intelectuales para justificar eso que me estaba llamando la atención como incongruente. Afortunadamente me topé con diverses autores en el ámbito de la dietética crítica y el activismo, entre elles Lucy Aphramor, Jessica Wilson, Alishia McCullough, Jacqui Gingras, Jennifer Brady, Charlotte Cooper, que han resaltado las formas en que estos modelos hacen daño, articulándolas de manera tal que ya no me fue posible seguirlas negando. Por otra parte, hace poco más de un año, en un entrenamiento con Lucy Aphramor, una de las participantes, una colega a quien respeto mucho, compartió que en su trabajo con migrantes en la frontera nada de lo que había aprendido conmigo acerca de Mindful Eating y HAES le resultaba útil. Agradezco mucho su comentario porque me dio la oportunidad de reflexionar, de reconocer que el modelo en el que estaba trabajando estaba siendo cómplice del daño que quiero reparar y de los patrones de opresión que quiero desmantelar.

Te comparto un poquito de estos patrones de opresión y aspectos problemáticos de HAES/IE a continuación, de manera muy somera. Si te interesa conocer más, quizá te interese mi próximo seminario. Si prefieres saltarte esta lista y seguir leyendo acerca del tipo de liderazgo al que alude Kelly Diels, puedes ir al siguiente segmento (después de los puntos suspensivos).

Sostienen los valores de la supremacía del cuerpo blanco y otros tipos de opresión.

Proponen un camino de «liberación» a través de una oposición en espejo al paradigma de dieta, perpetuando un esquema binario que es incapaz de promover liberación genuina.

Dictan principios y pasos específicos a seguir, como si pudiéramos universalizar la totalidad de la experiencia humana y como si a través de una nueva serie de reglas pudiéramos sanar nuestra relación con la comida y nuestro cuerpo.

Si bien HAES tiene la intención de promover justicia social, de ser interseccional y de ser sensible a trauma, al llevarlo de la teoría a la práctica (praxis) hay una brecha, y con frecuencia termina replicando los mismos pilares que apuntalan al paradigma dominante (supremacía del cuerpo blanco, salutismo, elitismo, supremacía del pensamiento y ciencia positivista, neoliberalismo, etc.).

Los grupos («comunidades») que se han constituido en torno a HAES/IE no fueron conformados con mecanismos para nombrar y reparar el daño cuando este ocurre. Cuando se nombra el daño por parte de personas con menor poder en estos grupos (personas súper gordas, trans, negras o indígenas, neurodivergentes, con discapacidad) se replican patrones de opresión y se generan también, entre personas de identidades dominantes, escenificación de acciones que se perciben como «correctas» pero que no reparan el daño e interacciones de vergüenza tóxica y cultura de cancelación, que perpetúa patrones de trauma. Puse comunidad entre comillas porque Holly Truhlar ha resaltado que para que un grupo sea una verdadera comunidad debe de existir un grado de intimidad entre sus miembros así como mecanismos de reparación.

Sumemos a esta lista lo problemático de intentar importar modelos creados por mujeres cis, anglo, blancas, de clase media y alta. Y las creadoras del modelo de Alimentación Intuitiva tienen además privilegio de delgadez. ¿Cómo podemos pensar que estos modelos aplican para personas a quienes no representan, para nuestro contexto social y cultural y para la realidad de países en los que la mayor parte de la población vive en algún grado de inseguridad alimentaria?

Muchos aspectos de la lista aplican también para ciertas formas de lo que se conoce como «Mindful Eating» – haciendo una distinción entre «mindful eating» y «alimentación basada en Dharma o alimentación basada en mindfulness y compasión». Esta última sigue siendo parte fundamental de mi práctica.

El tipo de liderazgo con el que quiero contribuir es uno que ofrezca la oportunidad de cultivar humildad, de reconocer errores, de reparar en la medida de lo posible, de detener patrones que replican trauma, daño, opresión. Hace ya muchos años me tocó reconocer el daño al que contribuí promoviendo cultura de dieta. Ahora me toca reconocer el daño al que contribuí promoviendo HAES y replicando modelos importados, incluyendo Body Trust(R)/Confianza Corporal pensando que hacía un bien. De mi decisión de no re-certificarme en Body Trust te contaré en otro momento.

Este tipo de liderazgo está modelado, entre otras cosas, por maestres a quienes respeto y admiro, entre elles Deb Burgard, que hace poco comunicó públicamente lo siguiente:

«Yo, Deb Burgard, como una de las fundadoras del modelo de Health at Every Size, no reconocí la necesidad de procesos de rendición de cuentas por las formas en las que nuestras comunidades predominantemente blancas podrían ser dañinas a colegas Negrxs y clientes Negrxs. Claramente necesitábamos procesos de rendición de cuentas desde el inicio para normalizar el trabajo de reparación y aprendizaje. Lamento imaginar que estoy luchando por las personas gordas cuando no he cuestionado ni remotamente lo suficiente cómo mi trabajo aborda la experiencia vivida y necesidades de personas gordas que no son mujeres blancas cisgénero de clase media. Cuando he hecho intentos por abordar el daño que veo a mis colegas (blancxs) hacer, he sido indulgente en un sentido de superioridad moral y conducta de juicios de los que no tengo ningún derecho a apropiarme, puesto que comparto su privilegio y con frecuencia que cometido también los mismos errores. Lamento hacer que el proceso de abordar y reparar daño sea más intimidante y menos atractivo para mis colegas blancxs, lo que nos mantiene atoradxs en vez de avanzar de corazón abierto hacia esta reparación necesaria, y lamento que mis acciones hayan prolongado el sufrimiento de mis colegas Negrxs que están intentando construir vías para que sus comunidades tengan acceso a apoyo para trastornos alimentarios.»

Creo que bien podríamos aplicar Negrx/blancx a otros ejes de marginación y privilegio.

Es muy fácil caer en este sentido de superioridad moral y juicios hacia otres que están haciendo daño y señalarles con el dedo. Es mucho más difícil ver hacia dentro, hacia nosotres mismes y hacia las formas en que estamos haciendo daño. Particularmente si, hablando de salud (alimentaria), nuestro cuerpo no es representativo de quienes nos consultan. Es muy difícil asumir los costos de un cambio de rumbo, especialmente si este cambio es radical e implica perder la inercia de una marca que ya es reconocida y que nos da sustento, de toda una plataforma construida en torno a esta marca.

He sido testigo de los llamados de comunidades marginadas a modelos y marcas reconocidos en el ámbito de cuidado inclusivo. He sido testigo también de las decepcionantes respuestas de estos modelos y marcas, de su renuencia a renunciar a su micrófono, su plataforma, sus recursos – logrados en gran medida a través de sus múltiples privilegios. Y puedo seguir criticando su (in)acción, intentando convencer a otres de cómo corregir el rumbo, reconfortándome con la idea de que yo estoy del lado «correcto», o puedo emprender acción para yo asumir la responsabilidad de mis errores y del daño que he hecho de manera inadvertida, caminando hacia mayor integridad y congruencia, con esta invitación que hace Kelly: contribuyendo mi presencia, mi visión, mi trabajo al colectivo con la esperanza de que esto guíe a alguien hacia su propia verdad, su propio siguiente paso hacia reparar daño y compartir prácticas que promuevan, en palabras de Lucy Aphramor, bien vivir individual y colectivo. Reconociendo mis privilegios y haciendo consciente las formas en que me impiden ver otras realidades, otras experiencias vividas.

Este año que estuve silenciosa en correo y redes estuve haciendo el trabajo interno de (des)acomodo necesario para la transición hacia una propuesta más alineada y, espero, más cerca de la integridad y la congruencia. No tengo ninguna fantasía de ya haber llegado. He pasado por suficientes momentos de «ya llegué» para un minuto después darme cuenta de que no, como para saber que nunca voy a llegar, que el trabajo de (de)construcción y (des)aprendizaje será de toda la vida. Por lo pronto, se llama Alimentación Conectada: conectada conmigo; inter-conectada con otres, con la tierra; conectada con valores de bondad amorosa, compasión, presencia, justicia, integridad, congruencia, amor, respeto; conectada y conectando con distintos saberes: corporal, emocional/afectivo, cognitivo, social/cultural/contextual; conectada con una conciencia de los patrones relacionales y efectos del trauma y de cómo opera el poder en nuestras relaciones y en sociedad.

He deslindado explícitamente mi práctica de HAES y de IE y dejé de promover Body Trust(R). Creo en la utilidad de hablar públicamente de lo que solía enseñar y de este cambio de rumbo, porque permite asumir responsabilidad y resarcir daño en donde hace falta, normalizando el hecho de que es inevitable cometer errores y de que podemos cambiar de rumbo, en la medida en que vamos desaprendiendo y aprendiendo. Como escribe Lucy Aphramor: «soltar el eslogan y editar el pasado [de manera que no sea públicamente visible] no está bien. Simplemente secuestra el nuevo aprendizaje para el manejo de marca. Sería una respuesta que responde a la vergüenza y protege la pertenencia y la reputación del grupo por encima de la congruencia cósmica. Mira, si el esfuerzo colectivo trabaja para asimilar la contra-narrativa sin que se hable, eso no es conversación valiente, eso es marketing. Cualquier impulso por no apropiarse del error revela doblepensar: ‘estás bien tal cual eres’ o ‘estás bien solo si estás en lo correcto’.» Lucy ha resaltado también (conversación personal) que «no se trata de estar en lo correcto sino hacer lo correcto en aras de la liberación».

Quizá la frase de Kelly acerca del liderazgo con la que comencé este correo inspire algo para ti también. O tal vez alguna de mis reflexiones resuene contigo. ¿Me cuentas?

Crédito de imagen de portada: Veronika Bykovich en Unsplash