Deb Burgard, PhD, FAED

Traducido al español por Lilia Graue, MD, LMFT

Artículo original en inglés disponible en la página de la NEDA

 

Reúnanse a mi alrededor, niñxs.

Érase una vez, cuando llegué a la escuela de posgrado en psicología en la costa oeste de EUA, que comencé una clase de baile para mujeres gordas. “We Dance” (“Bailamos”) enfáticamente no era un ambiente de promoción de pérdida de peso, sino un lugar en donde un grupo vivaz de personas iban de fiesta conmigo cada semana. Éramos tal curiosidad en ese momento que nos invitaron a programas de televisión y nos entrevistaron para los periódicos.

Al aprender más en la escuela, conseguí un trabajo en una unidad de hospitalización para trastornos alimentarios. El diagnóstico de bulimia nervosa recién había sido agregado al DSM hacía tres años, y el trastorno por atracón no sería un diagnóstico oficial por otros 28 años.

Tengo un recuerdo de cruzar el Puente de la Bahía de San Francisco un día, manejando hacia el trabajo después de dar mi clase, y sentir la transición en mi cuepro del juego gozoso de la clase a prepararme para mi trabajo en el hospital, en donde las personas estaban intentando recuperarse de un terror y odio a sí mismas mortales. El contraste era pasmoso. Pensé acerca de cuán pocas representaciones teníamos de personas gordas siendo felices y de personas delgadas siendo tan enfermas y tristes. ¿Cuántas personas delgadas que están luchando pueden ver a personas gordas siendo respetadas, amadas, admiradas? ¿Cuántas personas gordas que creen que deberían “hacer lo que se necesite” para volverse más pequeñas llegan a ver el sufrimiento y tiempo desperdiciado de personas que se supone son “exitosas” en la pérdida de peso, muchas de las cuales están mortalmente enfermas? ¿Por qué no vemos que estamos luchando contra el mismo enemigo?

El enemigo es la jerarquía de cuerpos – y con eso, la jerarquía del valor o merecimiento. El peso no es el único rasgo utilizado para crear una jerarquía del valor de las personas, y la forma en que el peso es estigmatizado puede cambiar cuando las personas enfrentan otras opresiones.

La historia de la medicina está plagada de ejemplos en los que los cuerpos que son considerados socialmente como menos valiosos son vistos como “enfermos”. A lo largo de mi vida, identificarse como gay ha pasado de ser una enfermedad con “curas” asociadas – como lobotomías y castración – a ser una identidad sexual normal; reconociendo esto y los riesgos de intentar cambiar la identidad sexual, en algunos estados la “terapia reparativa” está catalogada como conducta criminal.

La ciencia no es inmune al sesgo, y especialmente en casos en los que los cuerpos son estigmatizados, la historia nos enseña a tener especial cuidado en pensar críticamente acerca de cómo la medicina ha sido usada como práctica para hacer que todos los cuerpos se vean iguales, en vez de para apoyar la salud.

De regreso a esa tarde a mediados de la década de los 80, no pude más que darme cuenta que “trabajo con las personas gordas más sanas y con las personas delgadas más enfermas”. Y desde entonces me he preguntado si ese privilegio de ver que el peso y la salud no están tan estrechamente vinculados, y cómo el dar un paso atrás para ser capaz de ver el panorama más amplio, es lo que me enfocó en los aspectos de justicia social de la prevención de los trastornos alimentarios y el activismo.

 

Crédito de imagen: Elena Kulikova (elenakulikovastudio) para Wear Your Voice Magazine

Lxs clínicxs, investigadorxs, colegas y activistas que formaron mi comunidad en los 80’s no fueron las únicas personas que continuaron el importante trabajo más temprano de lxs activistas que vinieron antes que nosotrxs (para honrarlo requeriría mucho más que una entrada de blog). En muchas ubicaciones alrededor del mundo, las personas estaban independientemente luchando para contender con las limitaciones de un modelo de salud unitalla. El trabajo en lo que se convertiría en el modelo de Salud en Todas las Tallas, el modelo de positividad corporal, el movimiento moderno de liberación gorda, la ciencia de la prevención de trastornos alimentarios y el creciente estudio del estigma asociado con el peso y su centralidad en el fenómeno de los trastornos alimentarios está bien establecido y tiene décadas realizándose, aun si muchas personas solo se están enterando en fechas más recientes.

El grupo de interés especial (SIG por sus siglas en inglés) de Salud en Todas las Tallas dentro de la Academy for Eating Disorders fue propuesto por Ellen Shuman comenzando en 2002. Ahora llamado el Weight Stigma and Social Justice SIG, el grupo continúa planteando la pregunta de cómo nuestra comunidad puede alcanzar a un rango mucho más amplio de personas en la creación de la ciencia de los trastornos alimentarios y su tratamiento.

El trabajo fundacional de Chevese Turner y su comunidad en construir la Binge Eating Disorder Association (ahora representada dentro de la National Eating Disorder Association) y el reconocimiento oficial del Trastorno por Atracón en el DSM-5 de 2013, abrió paso al ahora obvio reconocimiento de que las personas de mayor peso luchan con trastornos alimentarios – y trastornos alimentarios de todos los sabores. Esto ha cambiado fundamentalmente la imagen de “trastornos alimentarios” a una representación mucho más diversa, en contraste con la anterior imagen de niñas y mujeres jóvenes blancas, delgadas luchando con restricción o conductas purgativas. Pero la inclusión de personas de mayor peso también ha desafiado a nuestra comunidad de trastornos alimentarios a enfrentar su propio estigma asociado con el peso y aun a cuestionar nuestros límites diagnósticos:

  • “¿Son los rasgos de AN en una persona con peso base (o actual) alto una enfermedad distinta de los mismos rasgos en una persona con peso base más bajo?”
  • “Si creemos que la restauración de peso es esencial para personas delgadas con AN, ¿creemos que también es esencial para personas anteriormente (o actualmente) gordas con AN?”
  • “¿Es la restricción un aspecto que se pasa por alto en el trastorno por atracón?”
  • “¿Se supone que los humanos deben ser solo de una talla o se están regulando los cuerpos aun cuando abarcan un amplio rango de diversidad de pesos?”
  • “¿Estamos prescribiendo para personas de peso más alto lo que estamos diagnosticando como trastorno alimentario en personas más delgadas?»

Progresamos no solo cuando nuestras comunidades están plenamente representadas en la mesa, sino cuando estamos plenamente representadas en la construcción de la mesa – y las sillas.

Al hacer emocionantes descubrimientos acerca de vulnerabilidades genéticas y las asociaciones con los trastornos alimentarios, necesitamos también entender si esos genes son causas de enfermedad, o causas de los rasgos corporales que son estigmatizados, lo que entonces causa enfermedad; o ninguno, o ambos. ¿Cómo resolveremos ese acertijo sin involucrar a todas las personas?

La mayoría de las personas con trastornos alimentarios nunca ha aparecido en nuestras investigaciones, y la mayoría de las personas con trastornos alimentarios no puede acceder a tratamiento. Apenas estamos comenzando a ver más recursos dedicados a la comprensión de las experiencias de más géneros, conectando a personas a través de organizaciones tales como la National Association for Males with Eating Disorders, y Trans Folx Fighting Eating Disorders. Nuestros tratamientos son inherentemente limitados; nuestras organizaciones para trastornos alimentarios mayoritariamente blancas son como la persona buscando su reloj bajo el farol porque ahí es en donde está mejor la luz.

Más lejos del farol, hay nuevas mesas siendo construidas por personas que tienen la experiencia vivida de estigma, en donde los cuerpos marginalizados son centrados, tales como The Body is Not an ApologyNalgona Positivity Pride, y the Body Sovereignty Project

Crédito de imagen: Digital Subculture.

Está emergiendo academia importante en torno a estos temas, como Fearing the Black Body: The Racial Origins of Fat Phobia de la Dra. Sabrina Strings.

Imagina si fuera seguro ser gordx. Femme. Negrx. Trans. Discapacitadx. Migrante. Enfermx. Indígena. Viejx. Queer. Imagina si nuestras ideas espirituales abrazaran lo sagrado de nuestro cuerpo y nuestro planeta, en vez de elevar a algunos de nosotros – y algunas partes de nosotros, como más preciosos que otros. Sin la jerarquía de cuerpos, ¿en dónde se arraigarían las ideas de los trastornos alimentarios? ¿Alrededor de qué se organizarían? ¿Y si ya estuviéramos segurxs?

Deb Burgard, PhD, FAED, es especialista de trastornos alimentarios y activista y una de las fundadoras del modelo de Salud en Todas las Tallas y el movimiento Body Positive.

Construye comunidades en donde las personas pueden encontrarse entre ellas y también encontrar los recursos para resistir el estigma asociado con el peso, especialmente en el tratamiento médico y psicológico. Su activismo incluye trabajar con proveedorxs de salud para integrar una comprensión de los determinantes sociales de salud y crear intervenciones que abordan la opresión estructural y apoyan la resistencia al estigma.

Se le puede encontrar en congresos provocando fiestas de baile espontáneas en la alberca.

Créditos de traducción: Lilia Graue es médica, psicoterapeuta, instructora certificada de Mindful Eating y Proveedora Certificada de Body Trust®. Es pionera en el ámbito de alimentación consciente, cuidado con enfoque inclusivo de todos los cuerpos y Salud en Todas las Tallas en el mundo de habla hispana. Fundó y dirige Mindful Eating México® y fungió como Vicepresidenta de The Center for Mindful Eating.

Crédito de imagen de portada: Padded Lilies fotografiadas por Gabriela Hasbun.