Es posible que para ti, como para muchas otras personas, las dificultades con la comida, la alimentación, el peso y el cuerpo se vinculen con experiencias de pérdida, abuso y trauma, que pueden haber ocurrido en una etapa temprana de la vida. Tu forma de comer no es un problema, sino una solución sabia de la parte de ti que se hizo cargo de sobrevivir ante circunstancias muy difíciles. Es decir, está cumpliendo una función importante.
Estas experiencias incluyen:
- carencias (de comida, de afecto, de cuidado, de recursos económicos);
- maltrato o negligencia por parte de padres o cuidadores;
- experiencias de abuso sexual;
- pérdida por separación o muerte de personas significativas;
- enfermedad mental o adicciones en padres o cuidadores;
- acoso escolar;
- el haber experimentado ser puestx a dieta a una edad temprana, con el mensaje de: “tu cuerpo tiene algo mal; tu cuerpo está defectuoso; tu cuerpo es demasiado _____; tu cuerpo no es lo suficientemente ____”.
Puedes haber desarrollado ciertas conductas alimentarias o relacionadas con la imagen corporal como mecanismo para contender con estas experiencias y el estrés que conllevan. Estas experiencias se asocian también con frecuencia con la presencia de
- depresión;
- ansiedad;
- dificultades en relaciones interpersonales;
- dolor crónico;
- diversas enfermedades, incluyendo las consideradas como ‘funcionales’ (p.ej. intestino irritable, gastritis, migraña), fibromialgia y fatiga crónica;
- alteraciones del sueño y presencia de estrés que a otros podría parecerles excesivo ante eventos o situaciones de la vida cotidiana.
Es esencial que sepas que no estás haciendo algo mal, que todo lo que haces – todo lo que hacemos las personas – es por una muy buena razón. Sé gentil y paciente con tu proceso.
No estás defectuosx.
No hay nada malo en ti.
No hay razón para sentirte avergonzadx.
No estás solx.
Si identificas que es tu caso, si a pesar de haber hecho muchos intentos por transformar tu relación con la comida y con tu cuerpo te sientes atrapadx, es importante que recibas ayuda y acompañamiento de alguien que no te trate como un problema a arreglar, que no piense que el tema es tan sencillo como ponerte a dieta o ejercitar la fuerza de voluntad, que no te juzgue, que no te avergüence, que tenga un enfoque informado por trauma.
Estamos aquí para ti.
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