Una de mis actividades predilectas es hacer postres horneados. Más específicamente, hornear postres para otras personas. Amo experimentar con recetas nuevas, particularmente veganas.
Hace una semana, en preparación para la reunión mensual de mi comunidad de meditación, estuve curioseando varias recetas en línea, y finalmente elegí las dos que más se me antojaron. Guardé las recetas, con el plan de intentar una para esta semana y otra para la meditación del próximo mes. El sábado en la mañana fui de compras, disfruté seleccionando los ingredientes y recorrer los pasillos buscando opciones locales y orgánicas.
En la tarde, después de una comida con amigos, saqué los ingredientes y comencé a preparar con atención la masa de lo que prometía ser un panqué de naranja con azafrán delicioso. Lo hice con amor y gozo, agradecida por cada momento de la experiencia. Puse el panqué en el horno y, a pesar de que la receta indicaba 50-60 minutos de horneado, puse la alarma a los 45 minutos, solo para estar segura. A los 40 minutos comencé a percibir el aroma más delicioso esparciéndose desde la cocina hasta la sala (mi cocina es abierta). Chequé el panqué y parecía listo. Lo saqué del horno e inhalé su aroma.
Preparé el glaseado y comencé a untarlo sobre el panqué. Y fue entonces que comencé a preocuparme porque las orillas se veían un poco quemadas y no se había levantado “lo suficiente”.
Y entonces… comencé a obsesionarme con la idea de que el panqué no sería lo suficientemente bueno, miré el reloj (eran casi las 9 de la noche), decidí que todavía tenía tiempo de hacer otro, y saqué la segunda receta, esta vez para un panqué de chai. Estaba por terminar de preparar la masa cuando me di cuenta de que no tenía la esencia de almendras que la receta indicaba. Decidí ponerme creativa y utilizar aceite esencial de lavanda, en vez de simplemente omitir la esencia de almendras (nuevamente, no parecía ser “suficiente” la simple omisión de un ingrediente). Cuando saqué el panqué del horno, se veía lindo, esponjado y olía muy bien. Me fui a la cama feliz (y engañada, pero regresaré a esto en un momento).
En la mañana, empaqué los dos panqués. Una vez que llegué al espacio de meditación, los rebané para probarlos y decidir cuál servir (todavía estaba muy segura de que sería el de chai, porque el de naranja con azafrán no se veía tan apetitoso, según yo). Y ¿adivina qué? El de naranja con azafrán estaba delicioso, húmedo, dulce, aromático. Definitivamente no estaba quemado. El de chai estaba… ¡horrible! Resulta que tres gotas de aceite esencial de lavanda son demasiado para un panqué, el sabor dominaba y combinado con las especias del chai me hizo retorcer la boca.
Así que acomodé las rebanadas de panqué de naranja con azafrán en un plato, y después de la meditación lo serví con una taza de té para una práctica de comer y beber con atención plena. En ese momento, y después de la meditación, de pronto me di cuenta… ¡mi avidez y perfeccionismo me habían ganado! Había entrado en modo de piloto automático al ver las orillas “quemadas” del panqué, y a partir de ese momento todo fue una reacción en cadena: preparar el segundo panqué con prisa, agregando un ingrediente de “rescate” a partir de mi incapacidad para simplemente aceptar que no tenía esencia de almendra, y sintiendo que lo que había hecho no era suficiente, o lo suficientemente bueno. El resultado evidentemente no fue bueno.
Así que resultó que el panqué “fallido” no fue el primero.
Al estar sentada en medio de una comunidad que acababa de practicar atención plena y amor bondadoso, fui capaz de ver claramente que cada migaja del panqué de naranja con azafrán era perfecta desde el principio (bueno, justo hasta el momento en que lo saqué del horno y lo miré con ojos juzgones). Fui también capaz de reírme de mí misma, de todas las veces en que pienso que algo no es lo suficientemente bueno, un bocado o una rebanada no es suficiente, un ingrediente menos que perfecto no es suficiente.
¿Te pasa que en ocasiones te descubres atrapada(o) en patrones reactivos que surgen de la creencia o sentimiento de “no suficiente” o “no lo suficientemente bueno”? ¿Tiene esto un efecto en cómo te nutres?