Ayer invité a mi mamá, como en otras ocasiones, a participar en la Comunidad de Práctica que facilitamos en Mindful Eating México. Ayer la sesión la facilitó mi querida amiga y colega Pili, en torno al tema de Confianza Corporal.

En una de las prácticas, mi mamá recordó que cuando tenía unos diez años en algún lugar escuchó que las mujeres tenemos que tener la cintura del mismo ancho que la cabeza, es decir, que tenemos que tener la cintura muy angosta. Como ocurre con estos mensajes en el contexto de una cultura en donde las mujeres tenemos que cumplir con estándares imposibles, no hubo con quién hablarlo. Esa niña de diez años se convenció de que tenía que idear un implemento que constriñera su cintura para que no se engrosara. Así que se amarró un cinturón. Un cinturón apretado que no se quitaba ni de día ni de noche. No recuerda cuánto tiempo lo usó. Solo recuerda que en algún momento comenzaron a salir llagas que sangraban. Fue entonces que decidió quitárselo.

Mi mamá ha sido siempre muy delgada. Y ha vivido siempre criticando las pequeñas “imperfecciones” de su cuerpo, la carne que cuelga, la cintura que se ensancha. Ha vivido sintiéndose insegura de tener un cuerpo que recibe miradas de envidia y halagos pero sin poder ver más allá de sus imperfecciones. Muchos años usó fajas. A sus sesenta y pocos dejó de usarlas porque fue necesario para cuidar de su reflujo.

Yo crecí recibiendo su gordofobia interiorizada. Mensajes implícitos y explícitos de que mi cuerpo no estaba bien cuando comenzaba a crecer de tamaño. Comentarios “bien intencionados” de su parte acerca de que tenía que “cuidar” mi talla.

Hice mi primera dieta a los 13 años. Los ciclos de dieta y conductas alimentarias alteradas continuaron hasta mis veintitantos. Entonces se instaló el “estilo de vida saludable”, que por supuesto seguía siendo una dieta. Y a mis treinta y pocos, a pesar de detener las conductas de dieta, seguí luchando con mi propia gordofobia interiorizada. Con la insatisfacción corporal. Y comencé a enfrentar experiencias evidentes de violencia contra mi cuerpo por parte de médicos también “bien intencionados”.

Hoy vivo en un cuerpo inequívocamente gordo, si bien en términos relativos tengo mucho privilegio corporal: estoy en el espectro de small fat, lo que quiere decir que encuentro ropa en algunas tiendas que no son plus size, que quepo en sillas de restaurantes y asientos de avión. Elijo diariamente el acto radical de no hacer dieta, de vestir mi cuerpo con ropa que me quede cómoda y me guste. Elijo diariamente el acto radical de cultivar aceptación y respeto corporal y continuar sanando mi opresión interiorizada.

Te cuento esta historia, con permiso de mi mamá, como ejemplo de lo que vivimos tantas generaciones de mujeres. El déficit, el problema, no se sitúa en ella ni en mí. No se sitúa en ti que llevas años atrapada en el ciclo de las dietas, luchando con tu cuerpo en una relación de odio y de rechazo, ejerciendo violencia contra tu cuerpo.

El déficit se sitúa en una cultura y sistema que impone castigos a los cuerpos que se desvían de la norma y condena a los cuerpos que entran en la norma a ser vigilados de manera continua. Todos los cuerpos estamos aprisionados.

Llevo ya muchos años trabajando en el ámbito de los trastornos alimentarios, viendo con cada vez mayor claridad cómo los principales factores que contribuyen a su desarrollo son experiencias de trauma sistémico, de violencia corporal especialmente dirigida contra las mujeres y todo aquello que se asocia con lo femenino, de misoginia, de racismo, de clasismo, de salutismo, de capacitismo, de gordofobia.

Por eso dedico mi vida a ayudar a las personas a sanar este legado. Por eso hago activismo de Salud en Todas las Tallas, de Liberación Corporal.

Hoy me siento particularmente agradecida porque el trabajo que hago está permitiendo que mi mamá y yo sanemos el legado de violencia corporal intergeneracional. Que más mujeres sanemos este legado. Que interrumpamos la violencia corporal para que futuras generaciones no pierdan años de vida y gozo. Para nosotras mismas recuperar territorio vital, reclamar la Confianza, Aceptación y Respeto Corporal que merecemos.

Me siento agradecida de que puedo sentir una profunda compasión por esa niña de diez años que vive todavía en mi mamá, de que puedo sentir una profunda compasión por mi niña interna, la que recibió el mensaje de que su cuerpo no estaba bien.

Me siento agradecida de poder ir liberando esas historias y contando una nueva en la que nuestro cuerpo es enteramente valioso y merecedor de cuidado tal cual es.

Me siento particularmente agradecida de mi equipo de valientes. Mis hermanas de Mindful Eating México, que hacen este trabajo conmigo con lo difícil que es renunciar a una identidad y pertenencia profesional dentro del modelo médico dominante. Mis pacientes y consultantes que se aventuran a reclamar su soberanía corporal resistiendo los embates de la cultura de dieta, de la gordofobia. Una de ellas me decía el otro día que alinearse con este movimiento y esta práctica es como ir manejando en sentido contrario en el Periférico de la Ciudad de México. Si me estás leyendo, gracias por recorrer este camino conmigo. Por ser parte de la comitiva de las que vamos en sentido contrario.

Esta comunidad que vamos construyendo es la que me mantiene arraigada, entera, sólida, fuerte.

Gracias Pili, porque la sesión de ayer permitió que mi mamá recordara y me contara esta historia, que nunca antes había compartido con nadie.

Si eres alguien que sigue atrapada en la lucha con tu cuerpo, si quieres sanar este legado de violencia corporal para ti, para las generaciones que te precedieron, para las generaciones que vienen, quiero que sepas que es posible y que estoy aquí para ayudarte. Quiero que sepas que no hay nada mal con tu cuerpo, que mereces habitarlo con gozo, con respeto, con aceptación.

¿Y si lo hacemos juntas?

Lilia Graue es médica, psicoterapeuta, instructora certificada de Mindful Eating y Proveedora Certificada de Body Trust®. Es pionera en el ámbito de alimentación consciente, cuidado con enfoque inclusivo de todos los cuerpos y Salud en Todas las Tallas en el mundo de habla hispana. Fundó y dirige Mindful Eating México® y fungió como Vicepresidenta de The Center for Mindful Eating.

Crédito de imagen de portada:Ray Hennessy en Unsplash