Por Melissa Toler, traducido por Lilia Graue, Directora, Mindful Eating México
A pesar de que mi cuenta de banco podría beneficiarse de algo de los $60 mil millones de dólares que los americanos inyectan a la industria de las dietas y la pérdida de peso cada año, estoy optando por salirme.
He decidido dejar de vender pérdida de peso. No hubo un momento de iluminación, ni un gran descubrimiento. Esto no ocurrió de la noche a la mañana. Ha sido una transición gradual que se ha estado cocinando durante un tiempo.
Mi decisión llegó hace casi un año, pero he titubeado acerca de escribir al respecto hasta ahora.
Quizá te estés preguntando “¿Qué significa no vender pérdida de peso?” Significa que no te diré lo que deberías comer, cuánto ejercicio deberías hacer o cuánto deberías pesar.
No incluiré testimonios en mi página web de mujeres celebrando cuántos kilos o centímetros han perdido trabajando conmigo.
No trabajo con mujeres cuya meta principal sea perder peso.
Ni siquiera INSINÚO la idea de que tu vida se transformará mágicamente o de que serás una mejor persona una vez que bajes de peso.
Ya hay muchas personas, calificadas y no calificadas, para ayudarte con eso.
Y antes de ir más lejos: no estoy criticando a las mujeres que quieren perder peso. Creo que puedes hacer lo que sea que quieras con TU cuerpo. Mi crítica es al sistema y la cultura que nos convence de que perder peso es un REQUISITO para una vida saludable, feliz, plena. De que es una parte esencial de ser mujer.
Porque no lo es.
Pero no lo sabrías volteando a tu alrededor. Nuestra cultura tiene una fijación con arreglar la gordura… especialmente la gordura femenina.
Constantemente se nos recuerda que la grasa corporal es mala en la figura femenina y que deberías siempre estar intentando deshacerte de ella.
Yo he invertido unos cuantos miles de dólares en las manos de personas que me vendieron la idea de que había algo mal con mi cuerpo y necesitaba su producto para arreglarlo.
Acuérdate de la primera vez que tú gastaste dinero en perder peso. ¿Has dejado de hacerlo? Tu primera vez NUNCA es tu última vez. Así está diseñado el sistema… para hacer que regreses una y otra vez…
Ya no quiero nada de eso… y aquí está el por qué.
Como alguien que ha participado activamente en, y sido embaucada por, la industria de las dietas por más de 25 años, he aprendido muchas cosas en el camino.
Mi ruptura con la cultura y la mentalidad de dieta me ha abierto los ojos a la manipulación que me mantuvo suscribiéndome a una dieta tras otra.
Una vez que comencé a poner atención, noté que:
- El marketing de pérdida de peso está lleno de miedo. La fobia a la gordura es desenfrenada en nuestra cultura. Temes que no serás hermosa, merecedora de amor o exitosa si no estás delgada. Estar programada para creer que gorda es lo peor que podrías ser nunca significa que harás lo que sea para estar menos gorda, ¿cierto? Eso incluye gastar cientos (y a vece miles) de dólares para aliviar esos miedos.
- El marketing de pérdida de peso está basado en la vergüenza.Cuando se te ha dicho que tu valor como ser humano está basado en tu peso, es bastante difícil no sentirte pésimo acerca de ti misma. El intenso sentimiento de que eres una mala persona (o inadecuada) simplemente por la forma en que te ves es suficiente para mantenerte en la montaña rusa de las dietas durante décadas.
- Quienes te venden pérdida de peso fingen preocuparse por tu salud. Seamos francas: en muchos círculos, ‘comer sano’ es un eufemismo para estar a dieta y ser saludable habitualmente es código para perder peso. La realidad es a que las compañías de pérdida de peso no les importa un comino tu salud. Solo les importa que sigas tirando más efectivo en sus arcas de manera indefinida.
Y lo más importante:
- El marketing de pérdida de peso es insidioso e interminable. ¿Lo has notado? Ocurre todo el año.
Comienza en enero con “Nuevo Año, Nueva Tú”, seguido rápidamente de anuncios de “si-rompiste-la-dieta-déjanos-ayudarte-a-retomarla” a fines de febrero/principios de marzo. Luego llega la temporada de bikini así que necesitas alistarte para ella, porque de otra manera, “¿¿¿qué diablos estás haciendo con tu vida???”
Por ahí de septiembre (ahora el ‘nuevo enero’) es cuando necesitas retomar después de un verano lleno de carnes asadas, cervezas y helados.
Entonces cerramos el año con siembra de miedo antes y después de las fiestas. Pasas las 8 semanas entre Día de Muertos y Año Nuevo obsesionándote con comer dulces y beber demasiado.
Y entonces comenzamos todo de nuevo… año tras año.
Odio ver a las mujeres pasar por este ciclo. Pero lo que odio todavía más es ver cómo mujeres venden este sinsentido a otras mujeres.
Me enojo cuando veo a mujeres utilizando tácticas de marketing basadas en el miedo y la vergüenza para vender pérdida de peso. Ya sea una dieta de 1,200 calorías, un plan de fitness para reducir grasa o un wrap corporal, me hace querer arrancarme las pestañas con unas pinzas ardientes.
Cuando doy un paso atrás y mis fosas nasales dejan de inflarse, me doy cuenta de que mi enojo no es hacia las mujeres que hacen esto. Creo que ellas creen que están ayudando a las personas. (Bueno, por lo menos algunas de ellas lo creen. Hay bastantes que saben que su producto no funciona y que las personas regresarán una y otra vez por toda la eternidad.)
Las mujeres que venden pérdida de peso han sucumbido a la cultura de las dietas como todas las demás. Se han convencido de que lo más importante acerca de ser mujer es perder peso, recuperar tu cuerpo (¿dónde lo dejaste?) o caber en sus skinny jeans.
Y, se han dado cuenta de que pueden ganar dinero (a veces mucho dinero) vendiendo esta idea a otras.
Tengo muchas amigas que venden pérdida de peso; ellas son mujeres increíbles a las que adoro. Quizá incluso estén leyendo estas palabras. No creo que ninguna de ellas sean charlatanas… en absoluto.
Así que no odio al jugador, es el juego al que desprecio.
Me encantaría que dejáramos de vendernos unas a otras el sueño de perder peso, pero es probable que eso no ocurra en ningún momento cercano.
No obstante, creo que tenemos una responsabilidad colectiva de ofrecer a las mujeres algo distinto, o continuaremos perpetuando el ciclo por generaciones.
Tal vez yo sea una soñadora, pero también soy lo suficientemente realista como para saber que cuando los ingresos de alguien están envueltos en fobia a la gordura y mantener el statuso quo, probablemente no puedan escuchar esto.
Sigo creyendo que ésta es una conversación importante. Y si tú vendes pérdida de peso a mujeres, quizá sea algo para reflexionar.
Durante el último año, he reflexionado mucho acerca de lo que me gustaría traer al mundo. En este momento, mi negocio está más alineado con mis creencias que antes.
A pesar de que no estoy vendiendo pérdida de peso, SÍ ESTOY vendiendo algo.
Ofrezco una alternativa al paradigma lleno de vergüenza y odio por ti misma de la pérdida de peso. Mi trabajo se trata de crear conciencia acerca de cómo nuestra cultura obsesionada con las dietas y con fobia a la gordura ha arruinado nuestra relación con la comida, nuestros cuerpos y otras personas.
Enseño a mujeres las habilidades para tomar decisiones propias en vez de depender de alguien que guíe todos sus movimientos.
Pero no todas están comprando. Gano menos dinero ahora que cuando la pérdida de peso todavía estaba sobre la mesa.
No me sorprende. Lo entiendo. Incluso planeé en torno a esto. Mi trabajo va en contra de todas y cada una de las cosas que nos han sido enseñadas acerca de la comida, nuestros cuerpos y nuestro peso.
Muchas mujeres preferirían anotarse para otro ciclo de Weight Watchers o intentar un reto de clean-eating porque es conocido. El diablo que conoces…
Hay un ENORME riesgo en soltar el sueño de estar más flaca. Muchas mujeres no están listas para dar ese salto todavía. Y eso está bien.
La industria de la pérdida de peso prospera enloqueciéndonos intentando averiguar qué está mal con nosotras y sacando dinero de nuestras carteras en el intento por arreglarlo.
Yo simplemente no puedo ser parte de eso.
No te venderé algo en lo que no creo. No te diré que una vida maravillosa es resultado directo de dominar tu cuerpo. Sé que estoy luchando contra corriente, lo siento todos los días.
Dejar ir la mentalidad de dieta ha liberado mi tiempo, espacio mental, energía emocional y dinero.
Me rehúso a gastar cualquiera de estos preciosos recursos en venderte una mentira.
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