Cuando digo que trabajo desde el paradigma de Salud en Todas las Tallas y que no me enfoco en el peso para intervenciones en cambio de hábitos y conductas relacionados con salud, muchos de mis colegas se asustan (algunos de mis pacientes también). Piensan que estoy promoviendo el plan de «al diablo con todo».

No, no es el plan de al diablo con todo. El peso no es una conducta, y toda la evidencia de la ciencia de la motivación y el cambio demuestra que centrarnos en el peso se asocia con pobre motivación, altas tasas de abandono de cualquier intervención, conductas alimentarias de riesgo y vergüenza corporal, que empeoran la calidad de vida, la eficacia personal y el autocuidado. Esto inevitablemente resulta en pobre apego a hábitos que promueven salud.

Otra interpretación frecuente es que estoy defendiendo que todas las personas, en todos los pesos, están sanas.

No, de solo ver el tamaño del cuerpo de alguien (delgado o gordo) no podemos hacer ninguna inferencia certera acerca de su estado de salud (cardiovascular, metabólica, mental, etc.). Y hay personas con problemas de salud o mayor riesgo de desarrollar ciertas enfermedades en todos los pesos. Tampoco niego la correlación estadística entre IMC y ciertas condiciones de salud, lo que pongo en duda con base en una revisión crítica de la literatura científica es que dicha correlación sea equivalente a causalidad.

Salud en Todas las Tallas quiere decir, en breve:

  1. Inclusividad de pesos: ofrecer el mismo trato, humano, digno, respetuoso, a todas las personas sin importar el tamaño de su cuerpo. Honrar su autonomía corporal y las prioridades que la persona elija para su salud y bienestar. Hacernos conscientes del sesgo implícito que se manifiesta cuando asumimos algo acerca del estado de salud o conductas de alguien de solo ver su peso.
  2. Neutralidad de peso en términos de nuestro enfoque clínico – no estamos a favor ni en contra de la pérdida de peso, sino que confiamos en que cada cuerpo se encargará de la cuestión del peso cuando la persona esté cultivando hábitos consistentes y sustentables que promuevan su autocuidado y bienestar en diversas esferas: nutrición, movimiento, descanso, manejo de estrés, emociones, relaciones interpersonales.

 

Cuando ponemos el peso en segundo término, podemos enfocarnos y dirigir nuestra energía a cultivar cambio de hábitos duradero y sustentable. Hábitos que, por sí solos, independientemente de si hay un cambio en el peso o no, mejoran la salud y el bienestar y reducen el riesgo metabólico y cardiovascular.

Y este cambio de hábitos beneficia a TODAS las personas en TODOS los pesos. No garantiza salud para nadie (no conozco ninguna intervención ni elección de estilo de vida que ofrezca garantía firmada de salud por el resto de nuestros días), pero sí incrementa la eficacia personal, la calidad de vida y el pequeñito porcentaje de nuestra salud que depende de conductas de autocuidado (que el resto está determinado por genética, ambiente y determinantes sociales de salud).

Si eres médico o profesional de salud y bienestar y te interesa aprender más de este enfoque para tu consulta, o de cómo podemos colaborar para promover cambio de hábitos, estilo de vida saludable y bienestar para tus pacientes, por favor suscríbete a esta lista. Y quizá te interese mi próximo taller para profesionales de salud.

Si te han diagnosticado con una condición de salud, particularmente ‘sobrepeso’, ‘obesidad’, diabetes o síndrome metabólico y quieres aprender más acerca de cómo este enfoque puede ayudarte, por favor suscríbete a esta lista.