Recientemente he visto varias publicaciones, posts, incluso programas de educación continua, creados por profesionales de salud que dicen tener una práctica informada por trauma y un enfoque basado en Salud en Todas las Tallas (HAES por sus siglas en inglés) y que proponen distintas versiones de la narrativa del “impacto del trauma en el peso” o de “comer emocional y peso”.

Esto transmite de manera implícita la idea de que si una persona tiene mayor peso de alguna manera esto está asociado con una historia de trauma (en la línea de pérdidas personales, abuso sexual, violencia doméstica, etc.) o de temas emocionales no resueltos. Y la conclusión es que si ayudamos a los individuos a sanar su historia de trauma o “curamos” la conducta de comer emocional entonces el tema del peso se “resolverá” o “liberará” (eufemismo para decir que bajarán de peso).

ESTE DISCURSO HACE DAÑO.

Y SIGUE CENTRANDO EL PESO.

Y PERPETÚA EL SESGO EN TORNO AL PESO Y LA GORDOFOBIA.

Y NO TIENE UNA PERSPECTIVA INFORMADA POR TRAUMA.

¿A qué me refiero?

Desde una mirada inclusiva con respecto al peso (congruente con el enfoque de HAES) y desde una perspectiva informada por trauma que esté actualizada, que incluya trauma complejo y trauma insidioso – como el del racismo, la gordofobia, la misoginia – esta conversación acerca de “trauma y peso” tendría que estar centrando la experiencia compartida de quienes vivimos en cuerpos de mayor tamaño de vivir en un mundo gordofóbico.

Créditos de imagen:  Luis Galvez en Unsplash

De vivir en un mundo en donde los cuerpos de mayor tamaño, nuestros cuerpos, son sometidos a estigmatización, marginación, opresión y vergüenza.

De vivir en un mundo en donde la mayoría de nuestros encuentros con profesionales de salud centran el “problema” de nuestro peso sea cual sea la causa por la que vamos a consulta.

De vivir en un mundo en donde tanto familiares y amigos como extraños se sienten con el derecho de recomendarnos que hagamos una dieta o vayamos al gimnasio (asumiendo que tenemos “malos hábitos” y por supuesto que nuestro cuerpo es territorio público).

De vivir en un mundo en donde la mayoría de las mujeres hemos sido reclutadas al mundo de las dietas antes de que pudiéramos dar nuestro consentimiento.

Y el discurso de “si tu cuerpo es más grande de lo ‘normal’ es que algo está mal y hay que corregirlo” simplemente refuerza este ciclo – refuerza la opresión, el estigma y la vergüenza corporal en vez de contribuir a una sanación y liberación, tanto individual como colectiva.

 

En resumen, el único trauma que casi con certeza podemos afirmar que alguien que vive en un cuerpo gordo ha experimentado es el de vivir en una cultura que rechaza su cuerpo. Trauma sistémico. Pero esta conversación no es la que se está facilitando por quienes hablan de “trauma y peso” en el ámbito de la psicología de la alimentación. Se centra en cambio un discurso centrado en los individuos que usa el anzuelo del mensaje implícito de “yo te ayudo a sanar tu trauma y así bajas de peso” o “te enseño cómo ayudar a personas que están gordas para sanar su trauma y liberar el peso que les sobra”. Y por supuesto que este anzuelo engancha. Por supuesto que vende. Porque la opresión interiorizada se ha encargado de convencernos de que para escapar de la opresión hay que “corregir” nuestro cuerpo para “encajar” en el ideal normativo. Y si somos profesionales de salud, nos hemos comprado el discurso de que para ayudar a aliviar el sufrimiento de alguien en el ámbito de comida/cuerpo necesitamos encontrar el hilo negro para “ayudarlas” a perder peso. El discurso dominante sigue siendo la medicalización del tamaño de los cuerpos y este discurso nos distrae de los verdaderos obstáculos que enfrentamos como humanos para acceder a una mayor salud.

Personas de todos los tamaños / pesos hemos experimentado trauma de distintos tipos. El peso o tamaño de una persona no nos dice nada acerca de su historia de eventos adversos en la infancia, o de trauma complejo, o de sus conductas alimentarias.

 

El asumir que un mayor peso es un resultado de trauma sigue siendo atribuir patología al tamaño de los cuerpos. Otra vez, esto es distinto de reconocer que alguien que tiene mayor peso muy probablemente ha sido blanco del trauma sistémico de la gordofobia y la cultura de dieta.

Por cierto, en el mismo mensaje se está asumiendo o dando a entender que las personas delgadas o de peso “normal” no han sufrido trauma. Esto oculta o niega algo que posiblemente es parte de su experiencia vivida y que necesita ayuda para sanar.

Generalizar un discurso, especialmente como profesionales de salud, es peligroso. El utilizar este discurso como gancho sin una conciencia del daño que causa (o peor aun, con conciencia del daño que causa, en aras de que «lleguen a la consulta») no solo no es congruente con una postura de HAES, es una apropiación de dicho enfoque y lo desvirtúa.

Aclaro que no estoy hablando de narrativas corporales de personas cuya experiencia vivida de dificultades con la conducta alimentaria asociadas con cambios en el peso se vincula con una experiencia de trauma.

Créditos de imagen: chuttersnap en Unsplash

Por ejemplo, Roxanne Gay ha compartido en su libro autobiográfico Hunger la relación entre su peso y una experiencia de trauma sexual. Está hablando de su experiencia vivida. Sí estoy hablando de profesionales de salud (muchxs de quienes por cierto han vivido con privilegio de delgadez) que perpetúan una narrativa que generaliza la creencia de que un mayor peso siempre o con frecuencia es el resultado de experiencias de trauma.

Aclaro también que conozco muy bien la ciencia de la regulación del peso y los posibles eventos que intervienen en cambios metabólicos – entre ellos estrés sistémico (incluyendo determinantes sociales de salud) y trauma individual. Pero si el discurso sigue siendo “corrijamos el peso” (o “sanemos el trauma para que el peso se corrija”) no estamos resolviendo nada, no estamos sanando nada, no estamos ayudando a nadie ni contribuyendo a liberación ni a justicia.

Otra idea desafiante: para muchas personas sanar implica permanecer de manera estable en un peso considerado como “excesivo” por el discurso centrado en el Índice de Masa Corporal (IMC), o incluso ganar más peso.

Si la meta es genuinamente ayudar a las personas a sanar, cambiemos la conversación.

En mi siguiente entrada comparto qué conversaciones resultan más útiles en torno al tema de trauma y peso.

Acerca de la autora:

Lilia Graue es médica, psicoterapeuta, instructora certificada de Mindful Eating y Proveedora Certificada de Body Trust®. Es pionera en el ámbito de alimentación consciente, cuidado con enfoque inclusivo de todos los cuerpos y Salud en Todas las Tallas en el mundo de habla hispana. Fundó y dirige Mindful Eating México® y fungió como Vicepresidenta de The Center for Mindful Eating.

Crédito de imagen de portada: Anandu Vinod en Unsplash